viernes, 7 de febrero de 2014

Existen películas cuyo título puede hacer titubear a los más seguros de su nivel de inglés. Experimenté una situación similar al acercarme a la cola del cine en la sesión golfa (muy apropiada para el tema de la película, por cierto) para ver ésta. De repente me vi rodeada de parejas de las que llevan tropecientos años casados y no tienen otro plan mejor que ir al cine un sábado por la noche. Siempre lo dije, el cine es más de domingos. Pues bien, éstos o bien atraídos por los tintes pornográficos del filme o por la fama más que conseguida de su director terminan acudiendo a la sala para ver una historia fragmentada en dos partes, con el permiso de Lars von Trier. No sé si muchos se aventurarían a ver la segunda parte, yo sí que lo hice. Tenía que saber cómo acababa una historia que me enganchó.

La gente es seguidora de los buenos relatos, ahora con este boom reciente, les gusta que les cuentes el día a día de una ninfómana, de un psicópata y hasta de una niñera. Y digo yo, ¿no nos valía ya con saber la vida de Ana Frank? Lo confieso, yo sí que fui al cine a buscar algo más que desnudos (que, por otra parte, son gratis a diario si usted dispone de una buena conexión a Internet). Lo que he de decir es que las expectativas con las que me dejó la primera parte no las cumplió la segunda.

Joe con una de sus parejas sexuales

Intrincadas callejuelas alemanas. Nieva y el cuerpo insconsciente, maloliente y herido de nuestra protagonista, Joe, se presenta tumbado en el suelo. De fondo, Ramnstein. El primer punto de giro sucede cuando un inocente hombre, Seligman, recoge a la pobre mujer y se la lleve a casa para que se recupere. Tras dormir algunas horas, el hombre insiste en saber lo que le ha pasado a su nueva huésped para encontrarse en ese estado. A base de capítulos, que toman el nombre de objetos que se encuentran en la habitación en la que Joe reposa, ella se remonta a su niñez para comenzar a contar la historia que le llevó a ese final. La vida de ésta es la de una adicta al sexo que lo reconoce desde un primer momento. El punto de inflexión de la película llega cuando la susodicha comienza a perder el deseo sexual. Casada, con relaciones extramaritales permitidas, busca (ya en el segundo volumen) el sadomasoquismo como salida.

Lars von Trier sella su película haciendo un guiño al buen espectador. En una de las visitas de Joe a K, el hombre que le suministra el dolor, deja la terraza de su casa abierta y pone en riesgo la vida de su hijo. Sucede exactamente igual que en Anticristo, en la que mientras los padres hacen el amor en la habitación, descuidan al niño que cae por el balcón y muere. En Nymphomaniac, el bebé sale a la terraza mientras nieva y por suerte es rescatado poco después por su padre. Ambas escenas juegan con la misma música de Tarkovski que anuncia la tragedia.  


Joe y una amiga transitan por un tren con el objetivo de acostarse con más hombres que la otra

La aparente trama, que nos hace creer todo el rato que estamos delante de un relato objetivo ya que es un asexual el que está interpretando todo el rato la historia de una ninfómana, se pone en duda en un final que el espectador lleva pidiendo a gritos desde el primer momento que vio a la protagonista abrir las piernas. 

De esta manera, este controvertido director vuelve a alzar la voz para contar una historia en la que deja claro, a través del mismo argumento, que mujeres y hombres están cada uno en una galaxia y no se lograrán entender nunca. Que los hombres son estúpidos y las mujeres representan el mal. Otro discurso misógino de los que dan para pensar hasta el próximo.



ESCRITO POR Ana Vázquez

Eterna becaria que busca aprender todo eso que no pueden enseñar en las redacciones. Velocidad como modo de vida.

1 comentarios:

  1. Tengo muchas ganas de ver ambas volúmenes. Pero tras haber leído que las versiones que se estrenarían en los cines españoles serían versiones "recortadas" y que hasta la Berlinale no se estrenarían las versiones íntegras, me temo que esperaré a las ediciones en Bluray para no perderme nada.

    Saludos.

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