jueves, 6 de febrero de 2014

Joy Division en uno de sus ensayos en una nave abandonada de su Manchester natal

Llueve, como viene siendo habitual, en una fría tarde de 1977 en la vieja y sucia ciudad de Manchester. Un joven Bernard Sumner coloca encima de la mesa un par de libros que le ha prestado un colega del trabajo y los ojea en la búsqueda de algo con lo que matar el tiempo libre. Abre 'House of dolls' y comienza a leerlo sin mucho interés. Un párrafo aquí, otro de un par de hojas más allá. La historia es desagradable, habla en clave de diario sobre los prostíbulos de mujeres judías que eran usadas como esclavas sexuales en los campos de concentración nazis por los soldados de las SS. Estas casa del horror eran conocidas como "Joy Division". Se detuvo a leer estas dos palabras y de repente lo supo: su grupo debía llevar ese nombre, algo que a pesar de contener la palabra alegría, significara lo más desagradable que a uno se le pudiera ocurrir. Y así fue como Warsaw pasó a llamarse Joy Division, convirtiéndose en uno de los iconos musicales de Gran Bretaña.

Pero la historia había comenzado un año antes, como explican en el documental de Grant Gee que tiene por título el nombre de la banda, cuando Sumner y su amigo Peter Hook decidieron formar un grupo tras ver un concierto de los Sex Pistols en Lesser Free Trade Hall que les hizo sentir todo el caos, la emoción y la rebeldía de Sid Vicious y los suyos transmitían cuando se subían a un escenario. Solo necesitaban un batería y un cantante, así que pusieron un anuncio en una tienda de discos y así fue como aparecieron Terry Mason, que ocuparía su lugar sosteniendo las baquetas y el que sería la trágica pero carismática estrella por la que serían recordados: Ian Curtis

Comenzaron a ensayar dos veces por semana, escribiendo canciones basadas en el punk que estaba gestando la madre de la clase obrera conocida como Inglaterra. Con una visión que sólo consigue el paso del tiempo, el propio grupo reconoce que aquellos primera temas "eran canciones horribles". Comenzaron a tocar en el Electric House, un transgresor local de Manchester que trataba de poner en escena el nuevo género musical y en diciembre de 1977 realizaron su primera grabación, 'An ideal for living'. El EP, manufacturado por ellos mismos siguiendo la ética punk y subvencionado por un préstamo a nombre de Ian Curtis y su esposa Deborah, fue un fracaso total. Aun así, siguieron con el grupo a la vez que continuaban con sus trabajos, y en abril de 1978 se presentaron a un concurso de bandas jóvenes que estaban empezando en el club Raftes. Con su actuación despertaron el interés de uno de los DJs del local, Rob Gretton, que a partir de entonces se convirtió en su manager, y de Tony Wilson, una estrella de la televisión que poseía el club The Factory y que más tarde fundaría el sello discográfico Factory Records con el que la banda firmaría un contrato. 

Hasta entonces, Joy Division sólo eran cuatro veinteañeros que intentaban crear algo diferente que les permitiera expresar el desasosiego y la impotencia que producía vivir en una ciudad industrial que había conocido tiempos mejores, pero llegó la primavera y con ella la grabación de su primer álbum en condiciones: 'Unknown pleasures'. El disco estaba producido por Martin Harnnett, que estaba obsesionado por encontrar un sonido para la banda que él imaginaba en su cabeza, quizá influido por su adicción a las drogas. El caso es que lo logró, y lo que consiguió fue "muy sombrío", explica Sumner en el documental, "y la producción lo hizo más sombrío todavía. Era demasiado pesado, demasiado impenetrable". A pesar de su sonido oscuro las ventas se dispararon y Joy Division fue aclamado mundialmente por canciones como 'Disorder' o 'Shadowplay'. La fama les consiguió una gira como teloneros de los Buzzcocks por Europa, haciendo que los chicos salieran por primera vez de su isla natal. Curtis y su banda comenzaban a descubrir lo que era ser un grupo de música con todas las de la ley, dejaron sus trabajos y se dedicaron a la música a tiempo completo. En marzo de 1980, el sello discográfico francés Sordide Sentimental editó un disco de siete pulgadas llamado 'Licht Und Blindheit', producido por Martin Harnett que incluía las canciones 'Dead souls' y 'Atmosphere', grabadas por el grupo en octubre de 1979. El recopilatorio vendió todas sus copias en tiempo récord. 

Fue en ese momento cuando Ian Curtis, con 22 años, descubrió que sufría epilepsia. Era de noche y el grupo volvía de un concierto que había sido un completo desastre en el Hope and Anchor de Londres. Entonces sufrió el primero de los ataques, que desde ese momento se volvieron cada vez más frecuentes. A causa de la medicación, sus compañeros empezaron a notar en él drásticos cambios de humor que se mezclaban con una siempre presente sensación de estar fallando al grupo. Por si esto no fuera poco, el cantante estaba inmerso en un triángulo amoroso en el que estaban incluidas su esposa y madre de su hija, y su novia Annik, una joven holandesa seguidora del grupo. Curtis sentía que, por mucho que lo dilatara, tarde o temprano tendría que elegir a una de las dos. Aún así, Joy Division siguió creciendo y en 1980 grabaron en el estudio londinense Britannia Row su segundo y último álbum, 'Closer', además de su tema más conocido: el inmortal 'Love will tear us apart', que les daría el empujón final hacia el estrellato y que acabaría grabado en piedra como epitafio de Curtis pocos meses después. 

A pesar de que el grupo al fin disfrutaba de la posición que siempre había ansiado en el panorama musical, que ya eran artistas por derecho propio, Ian Curtis estaba cada vez más alejado, más sólo, más inmerso en su oscuridad. Su novia ya había advertido que las letras que componía, las que formaban parte del último álbum, eran demasiado tristes y le preocupaba que su pareja pudiera cometer una locura. Los miembros del grupo le restaron importancia, alegando que eso era parte de la profesión de artista, que era una pose, y ni siquiera le prestaban atención a lo que Curtis vomitaba en cada canción, que no era otra cosa que su alma. Por desgracia, Annik conocía a su novio mejor de lo que los chicos pensaban y todo ese remolino de sentimientos que el sentía fue lo que le llevó a intentar suicidarse el 7 de abril de 1980 tomando una sobredosis de medicamentos. "Cuando se cortó con el cuchillo de cocina y dijo que estaba harto -cuenta Hook- y cuando tuvo su primera sobredosis, pensarías que se detendría y lo resolvería. Fue increíble que no lo detuviéramos y lo ayudáramos". Al día siguiente, con el cantante en el hospital, Joy Division tenía un concierto en el Derby Hall. La banda decidió que Ian podía ir, pero era imposible que actuara durante todo el espectáculo, así que optaron por reemplazarlo para esa noche por Alan Hempsall, vocalista del grupo Crispy Ambulance. Puede que para ellos fuera una buena idea, pero tan pronto como comenzaron a tocar, el público se reveló y cuando aún sonaban los primeros acordes empezaron a volar botellas sobre sus cabezas, mientras Curtis, tras el escenario, era testigo de la batalla campal que acababa de desatarse y se culpaba a sí mismo por el fracaso de esa noche, en otro de sus arrebatos de autodestrucción.

Ian Curtis, vocalista de Joy Division

Un mes después del desastre, y 24 horas antes de volar a Tulsa para comenzar su gira por Estados Unidos, el cantante consiguió lo que se había propuesto días atrás: el 18 de mayo de 1980 Ian Curtis se quitó la vida. La noche anterior había llamado a Sumner para decirle que no podía viajar al día siguiente, que antes debía ir a ver a Deborah a Manchester para decirle que detuviera el divorcio que había iniciado tras ser abandonada por él. Ella simplemente le respondió que seguramente por la mañana cambiaría de opinión. 

En tan sólo cuatro años Joy Division había logrado conseguir la genialidad y el brillo que pusieron de nuevo en el mapa a la resurgida Manchester, hasta colocarlos en la cima de la montaña que se habían propuesto alcanzar cuatro veinteañeros a los que el punk les había abierto los ojos. Sin embargo, la decisión más personal que Curtis había tomado en su vida, acabó con ese sueño. A partir de entonces, los tres miembros restantes fundaron New Order, grupo que a lo largo de las décadas de los 80 y 90 vendieron más de 20 millones de discos y crearon otro clásico: 'Bizarre love triangle'. Aunque esa es otra historia. 






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