sábado, 22 de febrero de 2014

Últimamente me paso el día escuchando las mismas listas de música y el country me tiene absorbida, así que decidí darme un paseo por mi disco duro a la búsqueda de rescatar viejos temas de los que quedan aparcados en alguna carpeta sin título. Y ahí los encontré, entre clásicos del rock y temas de los 90 estaban escondidos a la espera de que le diera al play 'The Sunday Drivers', el grupo de rock indie que, porque ellos decían que eran de Toledo, pero bien podían ser de Ohio o Liverpool, y que tantos buenos ratos me hicieron pasar. Y en cuanto leí su nombre en la pantalla una pregunta me asaltó: ¿qué fue de los Sunday Drivers?

'The Sunday Drivers' posando al estilo yanqui
Pero, para ser justos, empezaremos por el principio. Corría el año 1999 del siglo pasado (esto último lo menciono para que sintáis lo mayores que somos ya) cuando Jero Romero, Miguel de Lucas, Carlos Pinto y Fausto Pérez decidieron crear un grupo de rock en su ciudad natal y empezar a hacer canciones en inglés. Ese sería el tema principal de las preguntas que la prensa les haría en los años venideros: ¿por qué un grupo español decide cantar en inglés? La respuesta siempre era la misma, simple y clara, porque todas sus referencias musicales eran británicas o americanas. Tema zanjado. El inglés fue su seña de identidad, encajaba con la voz de Jero y se adaptaba como un guante al estilo musical de la banda, que respira música estadounidense por los cuatro costados. 

Con el grupo formado y un par de maquetas grabadas por ellos mismos comenzaron su andadura tocando en festivales de aquí y de allá, hasta que fueron invitados a una fiesta en la madrileña sala Moby Dick, en la que despertaron el interés de la discográfica Rock Indiana. El sello les ficha y de esa unión nace su primer disco, el homónimo 'The Sunday Drivers' (2003). El álbum es una recopilación de lo que se convertirá en el sonido que defina a la banda durante toda su trayectoria: canciones pop-rock con tintes indie que transmiten un sonido de buen rollo sin caer en los típicos temas de radio fórmula que no tienen "ni chica ni limoná". Un ejemplo sería 'Stupid boy' o, quizá la más conocida del álbum y que más tarde lanzarán como single, 'Time, time, time'. Sonido fresco, letras trabajadas y energía positiva, esa sería mi definición de estás canciones, a las que hay que sumar otra de las características el grupo, los temas más intimistas y desesperados, como 'When I can't sleep', que recrea la atmósfera personal de aquel que coge la guitarra porque no puede dormir y se sienta en la cama preguntándose si tú puedes hacerlo.

Su primer disco no obtuvo gran repercusión, pero les permitió comenzar a tocar con más asiduidad y a participar en festivales con los que llegar a más público, llegando a ser finalistas del Villa de Bilbao. 

En 2004 se unen a la banda Julián Maeso, a cargo de los teclados, y Lyndon Parish, un galés encargado de los arreglos. Con el grupo ya al completo sale al mundo el segundo disco 'Little heart attacks' que, gracias a la gira que lo acompañaba y la participación en multitud de festivales, muchos de ellos fuera de nuestras fronteras, les consiguieron cada vez más seguidores. El disco se lanza en varios países del viejo continente como Holanda o Grecia y la canción 'On my mind' alcanza tal fama mundial que es incluida en la banda sonora de la película hollywoodiense Penélope. Dentro del álbum se encuentran otras canciones como (personalmente, mi favorita) 'Love, our love', una oda a un amor imposible aunque hermoso, al que se deja ir sin hacer nada aún cuando desearías que no acabara nunca. Paso a paso, The Sunday Drivers consiguen proyectar el sonido que busca y consolidan sus letras y su estilo propio, diferente al de otras bandas del panorama indie español como Vetusta Morla o Love of Lesbian.

Tres años después, en abril de 2007, publican 'Tiny telephone', que grabaron en San Francisco. 'Rainbows of colours' abre el disco y es un claro ejemplo de buenrrollismo hecho canción típico del grupo porque, ¿a quién no le gustan los arco iris? Entre sus pistas se encuentra la canción que alcanzó la mayor repercusión de todo su repertorio cuando se convirtió en la banda sonora del anuncio publicitario de Cruzcampo Light ese mismo año: 'Do it'. Para no dejar de lado su vertiente más melancólica, en 'Better if I' Jero se pregunta si sería mejor dejarlo pasar después de una pelea perfecta a la vez que desea que hubieras sido capaz de ver más allá, en su lado más oscuro. 

Foto promocional del grupo en San Francisco, durante la grabación de 'Tiny Telephone' (Chus Antón)
Ya ocupando el sitio que buscaban dentro de la música cuando todo había comenzado hacía una década, en junio de 2009 la banda publica su último disco, 'The end of maiden trip'. El álbum arranca con la canción 'My plan', que es una declaración de intenciones en toda regla: "mi plan es no quererte, tengo mejores cosas que hacer". También merece ser escuchada '(Hola) To see the animals', que usando un ukelele, consigue cargarte las baterías y ponerte de un buen humor instantáneo. Como última canción se encuentra la que da nombre al disco, que resume las intenciones de los toledanos y que es un compendio de todo lo que han escrito hasta ese momento. Con esta última creación, al fin consiguen colocarse en la lista de los álbumes mas vendidos en España.

Sin embargo, el 12 de mayo de 2010, tan sólo un año después, Jero publicaba en la página oficial de Facebook de The Sunday Drivers una extensa nota sin título en la que declaraba abiertamente y para todo aquel que lo leyera, que el grupo se separaba. "Para algunos será tarde, para otros pronto, quizá una sorpresa, quizá no, para algunos será innecesario y para otros indispensable, para otros algo triste, para otros nada… y como es imposible contentar a todo el mundo, este anuncio llega cuando y como puede. Lo siento por los descontentos. Os vuelvo a asegurar que es la cosa más difícil que he escrito jamás. [...] El día 17 de julio, en Benicassim, daremos nuestro último concierto. No habrá más conciertos y no habrá más discos". En un tono íntimo y cercano de aquel que se lo cuenta a un amigo, el cantante explica el por qué: "Todos los que formamos o hemos formado este grupo nos amamos con locura; fuimos antes, somos y siempre seremos grandes amigos. No existen problemas personales entre nosotros, aunque no somos personas iguales. Nos lo pasamos bien tocando y ningún plan alternativo es un motivo. [...] Hay cosas que se acaban sin una explicación única y clara. Incluso cosas bonitas. Y de haberla no la diría. Por supuesto que está meditado y comparado, sopesado y reflexionado, despedazado, visto con otros mil ojos; es una duda que ofende. Nos va bien en un mundo difícil. Etcétera. Sólo diré que hacer música, para muchos, no es comparable a casi nada y que necesita de una serie de incentivos, de motores o como se quiera llamar, indispensables y únicos. Y que o existen o no existen. No se pueden inventar ni buscar, ni se trabajan ni se intercambian por otros. Y me parece bien que seamos honestos. No podemos hacer música sin eso. Por otro lado, la vida y las cabezas son complejas. Y un grupo son varias vidas y varias cabezas, con lo que la complejidad crece. Finalmente, algo obvio: no todo el mundo es feliz con lo mismo". 

Y así, este modesto grupo de Toledo, sin más ni menos, dejó huérfana a la música indie española que parecía hecha en el corazón de Estados Unidos, y Jero Romero comenzó su andadura en solitario, esta vez cantando en español. No sé a los demás, pero a mí se me hace raro escucharlo es mi idioma, aunque el ambiente sea el mismo y la energía no difiera mucho de la que transmitía con su grupo. 

El caso es que ya sé qué fue de los Sunday Drivers, y vosotros también. Ahora sólo queda rescatarlos del olvido y volver a darles el hueco en mi reproductor que una vez el tiempo les robó porque la buena música nunca muere. 


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